“Las leyes son como las mujeres, están para violarlas", alegaba hace
unos años, un alto cargo en la política española que dimitía días después. El
ejemplo, tal vez un tanto extremo, pone de manifiesto que permitirse la
licencia para expresarse de tal modo, lleva implícito, parte de nuestro acervo
cultural. Tal vez, estas palabras no maten, en el sentido literal del término,
pero la huella que dejan resulta difícil de borrar…
Desde el año 99, cada 25 de noviembre, se conmemora el día
mundial de la violencia de género, de acuerdo con la aprobación de la ONU y
desde esa fecha, hasta ahora, cada año se llevan a cabo multitud de protestas e
iniciativas con el objetivo de dar voz y visibilizar una realidad todavía muy
presente en nuestras vidas. Este día, nace como recuerdo a las hermanas Mirabal, asesinadas por orden del dictador Trujillo, en 1960.
La violencia contra la mujer, tal
como ha quedado de manifiesto, sigue estando presente muchos años más tarde, con
múltiples vestigios de este, ya sea: en forma de agresiones, abusos y/o, como
datos más espeluznantes: las muertes que cada año se cobran en nuestro país. Sin
embargo, también existen otras formas más sutiles, en ocasiones imperceptibles,
que causan daño en quien lo padece. Son formas sibilinas y silenciosas, en muchas
ocasiones normalizadas, conocidas con el término de micromachismos que no por el hecho, de ser “micro” implican menor
intensidad de daño, ya que suelen ser, en la mayoría de las ocasiones, caldo de
cultivo de vinculaciones altamente tóxicas que pueden dar lugar a formas más
nefastas de maltrato. En una sociedad todavía patriarcal, con claros indicios
de subordinación de la mujer frente al hombre, donde ciertas actitudes y
conductas son normalizadas y ni siquiera detectadas, aprender a interpretar estas
sutilezas, nos será de gran ayuda para actuar. Es importante entender que es
una realidad y que absolutamente NADIE, estamos inmune a vernos expuestos a él.
Hablemos de los micromachismos...
Qué es el micromachismo
El término micromachismo empezó a
utilizarse a principios de la década de los 90, término que creó el psicólogo
Luis Bonillo, haciendo referencia a aquellas
“pequeñas tiranías quasi-imperceptibles, debido al grado de consentimiento, que
buscan demostrar la superioridad del hombre frente a la mujer”, y a la que
todavía hoy día se sigue considerando el “sexo débil”. Se trataría de
todas aquellas actitudes de tipo sexista, encubiertas y culturalmente
aceptadas. El micromachismo, como tal, está considerado un tipo de “violencia
blanda”. Lo que busca la persona que tiene este tipo de comportamientos es:
-- Imponer y mantener su supuesto
dominio y superioridad frente al otro.
-- Reafirmarse en el rol del
“fuerte”.
-- Erradicar cualquier supuesto
aumento de poder por parte del otro, debido, en parte, al beneficio
secundario que obtiene de ser el “fuerte”
secundario que obtiene de ser el “fuerte”
-- Aprovecharse de ciertos
“prestigios” al ser el “privilegiado”.
-- Hacer uso del “rol de
cuidador” asignado históricamente a la mujer.
Ejemplos de micromachismos en nuestro
día a día
Veamos a través de algunos ejemplos claros, como el micromachismo
es palpable y visible en TODAS y cada y una de las esferas de nuestra vida, ya
sea en forma de actitudes, conductas y/o pensamientos.
1. Brecha salarial: En España, las
mujeres seguimos cobrando, en la mayoría de los gremios, entre un 20 y un 30 %
menos, con respecto al hombre, por una misma categoría profesional.
2. Ocupación
de altos cargos directivos: Pese a que cada vez, hay más estudios que
corroboran que la mujer tiene más formación que el hombre, esto a efectos
prácticos no se ve reflejado, ya que en el 90% de las empresas, los altos cargos
directivos están ocupados por hombres. Se conoce con el término de “techo de cristal” y
hace referencia a esa “barrera
invisible” pero perceptible que, con independencia de su valía, limita
el ascenso laboral a la mujer por el mero hecho de serlo, suponiendo una traba
en su carrera y desarrollo profesional.
3. Conciliación
familiar: Las políticas de conciliación familiar de las
empresas, rara vez tienen en cuenta al hombre, dando por hecho que es la mujer
la que lleva el peso del hogar, resultando doble
carga, trabajo en casa y fuera de ella, sin apenas ayudas.
4. Uso desigual de las
tareas domésticas: Pese a que cada vez hay mayor conciencia por parte
del hombre, la mujer sigue llevando en el 80% de los casos, el peso del hogar,
existiendo un reparto desigual de las tareas domésticas. Además, dando por
hecho que es “función de ella” palpable también en expresiones como “ya te ayudo yo a hacer la
cama” como si “hacer
la cama” por poner un ejemplo, tuviera que ser tarea de ella.
5. Uso sexista del
lenguaje: Perceptible en el día a día y en el uso que hacemos
del mismo, pasando desde la predominancia del género masculino sobre el
femenino, un ejemplo práctico también sería la distinción entre señorita y
señora, no aplicable a la inversa, pasando por el uso de determinados
calificativos que, en género masculino tienen un significado positivo y en
género femenino es peyorativo (cojonudo frente a coñazo, hombre público frente
a mujer pública).
6. Baño de mujeres: Donde podemos ver el símbolo de cambiador de bebés, que no
aparece en el de hombres, dando por hecho que esta tarea recae en nosotras.
7. Uso del espacio
público: El sexismo también presente en el uso de los
espacios públicos, otorgando beneficios al hombre frente la mujer. Pensemos en
la creciente tendencia del hombre a sentarse con las piernas
abiertas en espacios públicos como el metro o, los bancos como si el espacio
fuera suyo, resultando muy incómodo para las personas de alrededor. La mujer en
cambio, suele ir de piernas cruzadas.
8. Importancia
de la imagen en los medios y la sociedad: A nosotras se nos exige además de
la formación pertinente “ser guapas” y “permanecer jóvenes y atractivas”
aspectos, que se relacionan con el “éxito femenino”, mientras a ellos, no.
9. Prejuicios entorno
a nuestra indumentaria: Se nos juzga en
función de cómo vestimos, siendo el tema principal en multitud de comparecencias
públicas, donde lo importante es el contenido verbal, quedando éste, relegado a
un segundo plano.
10. Hipersexualización
de la figura de la mujer: Presente en medios y
campañas publicitarias donde el cuerpo de esta es utilizado como reclamo para
vender ciertos productos o artículos. Y también, en nuestro día a día, pensemos
en las entradas a discotecas donde la chica no paga por entrar y el hombre sí.
11. Campañas
publicitarias: Hace un tiempo una empresa española lanzó unas
camisetas donde se leía “es inteligente como papá”, “bonita como mamá”. Se da
por hecho que el rosa es de chicas y el azul para chicos. A nosotras nos
anuncian cosméticos, a ellos coches, y así… multitud de ejemplos.
12. Uso de nuestra
sexualidad: Si la mujer expresa abiertamente su vivencia libre
de la sexualidad es juzgada de forma diferente a si es el hombre, el que lo
hace. Ella es una “fresca” es “fácil” él, es “un semental” un “Don Juan” alguien
“muy sexual”.
13. Actitudes
paternalistas y/o controladoras por parte de la pareja: Indicativos que demuestran que él es el “fuerte” y por tanto el que “tiene que
proteger”.
14. Otorgar al hombre
el monopolio de la “razón” por el simple hecho de serlo.
15. Comentarios
denigrantes. Preguntar a una mujer si “está con
la regla” cuando le responden con desgana o
desaire. O tildar de
“histérica” ante cualquier actitud de enfado por parte de esta, con el fin de eximirse de culpas y quitar hierro a asuntos
que pueden ser dolorosos.
16. Amor romántico: Presente
en nuestros libros, canciones, cines, donde el amor todo lo puede y es lo más
grande de la vida. En donde la figura de la mujer, muchas veces está incompleta
sino tiene una vinculación de pareja y donde, debe consentir y, sobretodo,
“aguantar” ciertas actitudes en nombre del amor.
17. Rol de cuidadora: Otorgado
históricamente a la mujer, proveedora de cuidados a los demás.
Consecuencias del micromachismo
Hacerse consciente de todo esto que está tan vigente es importante
porque conlleva grandes secuelas emocionales como:
--- Minar
nuestro potencial como ser humano.
--- Sentimiento
de incapacidad e impotencia.
--- Disminución
de nuestro desarrollo personal.
--- Limitación
de nuestras libertades.
--- Creencia
e interiorización de que estamos en segunda
escala.
--- Posibles cuadros de fatiga
crónica por sobreesfuerzos ante tareas que deberían estar repartidas y/o sensación
de poco apoyo social.
--- Desmoralización y su correspondiente
repercusión en autoestima y autoconcepto, así como, gran sensación de
impotencia.
¡ACTUAR ES IMPRESCINDIBLE!
Cómo erradicarlo
- Implantando políticas de igualdad que
trabajen y conciencien sobre esto.
- Realizando campañas de prevención de
estas. El trabajo desde las bases es muy importante. Por tanto, las
escuelas tienen un papel prioritario en establecer una educación basada en
la igualdad de géneros. Los profesionales del sector luchamos por que esto
sea posible.
- Campañas de reeducación a población general. Con el
fin de erradicar y detectar el machismo, fomentando la igualdad y equidad
en ambos géneros.
- Implementando recursos de apoyo
psicológico a aquellas personas que se encuentran aquejadas por
el mismo, así como, centros de reeducación.
Trabajar
en ello es trabajar por la evolución social, los grandes cambios no son cuestión de
un día, pero con perseverancia se consiguen. ¡Hagámoslo posible!
Porqué casos como el de Nagore Laffage, La Manada, Juana Rivas, Diana Quer, Ana Orantes y a todas aquellas sin nombre que lo sufren en silencio y por vergüenza no hacéis oír vuestra voz, seguiremos luchando, porque el cambio es posible. Hermana, yo sí te creo.
Porqué casos como el de Nagore Laffage, La Manada, Juana Rivas, Diana Quer, Ana Orantes y a todas aquellas sin nombre que lo sufren en silencio y por vergüenza no hacéis oír vuestra voz, seguiremos luchando, porque el cambio es posible. Hermana, yo sí te creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario