-“No lo entiendo", - verbalizó - (su mirada reflejaba una mezcla de decepción e ira contenida).“Trabajé con ahínco durante semanas para hacerme entender, él dijo querer leerme y desde entonces, parece no haber hecho el mínimo esfuerzo por intentar entenderme"… (sus palabras reflejaban el dolor que aquella relación había dejado en ella).
Dejé pasar unos minutos, los suficientes para generar una reflexión, cogí aire y dije:
- “Ya Mía, pero lamentablemente que tú actúes de la mejor manera que sepas, no implica que la otra persona lo vaya a hacer también, creo...”
- “Me dijo dame unas semanas y NO HE VUELTO A SABER NADA DE ÉL” - (dijo con aún más rabia y cortándome, como acostumbraba a hacer) - “No lo entiendo”, "No lo entiendo", “Parece que no le importe nada”, -repetía en bucle- … (la verdad es que sus rasgos obsesivos, unidos a aquella situación, no ayudaban en ese duelo que ya empezaba a eternizar…)
Volví a coger aire… -“Mía, hemos desviado el foco totalmente, de lo verdaderamente importante, llevamos meses… (volvió a cortarme, fruto tal vez, de su ansiedad... - “así”- me había faltado añadir).
-“¿De qué?” (Dijo como quien de golpe despierta de un fuerte letargo)
- “DE TÍ” …
Y así fue, como empezamos verdaderamente a trabajar… A avanzar, a seguir.
Ilustración de Comicaína
El caso de Mía no es único, ni peculiar. Las personas como ella (emocionales, sensibles y empáticas) sienten la necesidad de hacer un cierre en sus relaciones, sean del tipo que sean. Necesitan entender las cosas. El problema es que a veces entramos en bucles que no nos dejan avanzar. Sobretodo si la otra persona, en cuestión, desaparece sin más, no está por la labor, le importa bien poco o, ha sufrido un extraño mutismo (selectivo, generalmente).
Últimamente, los medios nos bombardean con términos como: “gosthing” o “responsabilidad afectiva”, parecen neologismos y que por fin hayamos encontrado la explicación para tal comportamiento, pero lo cierto es que esto siempre ha existido.
Llevar el foco al otro intentando entender qué le habrá pasado, es una excusa inconsciente que utiliza tu mente para no ocuparse de lo verdaderamente importante y sobre lo que SÍ tienes un “cierto grado de dominio” y lo pongo entrecomillado por que la realidad es que no dominamos nada… PERO, sí podemos tener algún margen de maniobra en nuestra propia vida, algo a lo que a veces no le hacemos el caso suficiente. Triste, ¿no?
En este post te voy a hablar de vinculaciones y desvinculaciones, de por qué determinadas personas desparecen sin más, sin mirar atrás (como lema de vida), sin autocrítica y sin cierre de ningún tipo. Del flaco favor que te haces si entras en bucles tóxicos, de la importancia de tu dignidad y amor propio y lo más importante: te daré pautas para que puedas seguir…. Por qué la vida no espera, así que no seas tú la que te quedas a la espera…. ¿Me acompañas?
De vinculaciones y desvinculaciones:
Dicen que algo se muere en el alma cuando un amigo se va, si a esto le añadimos: decepciones y traiciones, la situación se agrava mucho más.
Cuando alguien “se nos va”, literal o metafóricamente: DUELE. Generándose un vacío de difícil digestión. Las personas hacemos muchas cosas para intentar evitar el dolor, no nos gusta desnudar el alma y exponernos a él. Sin embargo, es absolutamente necesario transitarlo para poder superarlo.
Superar no es olvidar, ni el daño, ni la situación, ni siquiera a la otra persona. Superar es ser capaz de recordar sin que duela, al menos sin que paralice, sin que me quede sin aire, sin ese dolor que parece desgarrarme.
Superar es seguir a pesar de los años y los desengaños.
Superar es hacerse más fuerte y no ser lo que te hicieron.
Y aunque si bien: volverán las oscuras golondrinas como decía Bécquer, la verdad es que lo fue, difícilmente volverá.
A veces, fruto del dolor, buscamos un reemplazo similar, sin entender que lo especial que tuvimos no lo vamos a encontrar y ese, ese es el duelo final. Asumir, que lo que queda es cómo me hicieron sentir y la huella que dejaste y te dejaron.
Los mecanismos por los cuales las personas nos vinculamos y desvinculamos son arduo complejos, no voy a teorizar aquí sobre ello, al menos no hoy, aunque el apego tiene mucho que ver en esto (te hablaré de ello en futuros posts).
Algunas personas parecen desvincularse sin más, como si no hubiéramos supuesto nada, dejándote en el camino cómo quien tira unos zapatos rotos; otros, con ese mismo zapato, necesitan hacer un cierre y agradecer el servicio que les prestó. Ya ves, que distintos podemos llegar a ser...
Veamos un poco por encima estos perfiles que parecen desconectar sin más y por qué.
El que se marcha sin más: perfiles, pseudoperfiles y otras malas hierbas.
El tiempo en algunos casos solo hace que agravar más algunas situaciones.
Las personas deberíamos hablar para que se nos pasara, no cuando se nos pase.
Nos ahorraríamos muchos disgustos si actuáramos así.
Pero explicarle esto a quien no le interesa, es cuanto menos: UNA UTOPIA”
Tres tipos duros de mollera:
-1. El apego evasivo: Como te comentaba anteriormente, el apego es la base de cómo aprendimos a vincularnos y desvincularnos. Las personas con apego evasivo o evitativo huyen del compromiso. Son poco confrontativas. Enseguida se sienten abrumadas al intimar y crean defensas. Ante los conflictos, actúan con silencios y rara vez, acedes a su mundo interior. Suelen tener mayor predisposición a la infidelidad, como boicot inconsciente al vínculo principal y, para preservar su autonomía, pues temen la fusión con el otro.
2. Personas deshonestas, desleales y traicioneras: Hay personas cuyos propósitos vitales son un tanto cuestionables. Personas que: la lealtad, la honestidad y la sinceridad, que no el sincericidio, no forman parte de su repertorio. Actuando por mero egoísmo sin medir las consecuencias, ni el daño de sus actos. Son simple y llanamente: “malas personas”.
3. La tríada oscura: Narcisistas, psicopáticos y otras malas hierbas. Los perfiles narcisistas y psicopáticos no establecen una vinculación real con sus víctimas, simplemente: las utilizan. Cuando han conseguido de ellas lo que querían, las dejan sin más, importándoles bien poco el daño causado, ya que no tienes calidad de sujeto sino de objeto.
Si has tenido la desgracia de toparte con alguno de estos tres tipos duros de mollera. (en tipo, englobamos toda tipología de “persona”). El cierre, te tengo que adelantar, que te lo tendrás que hacer tú… No esperes sacar nada en claro de estas personas. Manipulan y utilizan a partes iguales y cuando ya no les haces falta, se van. Sin más.
La importancia de preservar la dignidad y trabajar en tu amor propio
Ante cualquier relación has de entender que lo más importante eres tú. Preservar tu dignidad y ponerte en valor, es vital, ya que en función de donde te sitúes, permitirás un trato u otro.
Te aconsejo que por mucho que duela, te vayas siempre de aquellos lugares donde sientas que no te tratan bien. Que no permitas deslealtades, que te sitúes cómo prioridad. Que el amor, no va de eso. Ni el propio, ni el ajeno.
Para profundizar en esto, te dejo un post anterior de mi perfil de Instagram. Click aquí.
Trabajar en una misma es el camino más maravilloso para gozar de una excelente paz mental. Tú eres la persona que te acompañará en todo tu camino, así que trátate con amor.
Veamos cómo facilitarte el proceso, cómo seguir pese a todo.
Pautas para hacer un cierre y seguir.
--- Ponte día y hora: Si eres un poco Mía también y tienes facilidad para entrar en bucles obsesivos, te aconsejo que te pongas día y hora para tratar este tema, contigo misma. ¡Sí, sí, como lo lees! Puede sonar extraño, pero cuando estamos en bucle, nos cuesta mucho desconectar y nos acaba afectando a otras esferas de nuestra vida. No se trata de evadir el tema si te sigue doliendo, pero sí de ser justa y dedicarle un tiempito, ni más, ni menos.
Cítate una hora, máximo dos, al día (o la frecuencia que tu estimes oportuna, pero no más de esto) y dedícate a darle vueltas y más vueltas al tema. Ahora eso sí, prométeme que el resto de las horas del día vas a dirigir la atención a otras tareas. Con el tiempo, los tiempos se irán reduciendo. Te lo prometo.
--- Llóralo y grítalo hasta que ya no te duela: Las cosas que duelen hay que sacarlas fuera, nada de dejarlas dentro. Si necesitas llorar, hazlo y, si es cada día, no pasa nada. Eres tú y son tus emociones, no permitas que nadie te las cuestione.
--- Sal a caminar, medita, ten contacto con la naturaleza: Se ha demostrado que tener contacto con la naturaleza baja nuestros niveles de cortisol, nuestra hormona de estrés preferida. Caminar dándote unos rayitos de sol y practicar la meditación, te ayuda a conectar con el aquí y el ahora y, a cuidarte. Apps como Calm pueden ser un buen recurso.
--- Busca un arte donde expresarte: Si se te da bien leer, escribir, pintar, cantar, bailar, lo que sea: exprésate, sácalo fuera. Busca tu catalizador.
--- Busca nuevas rutinas, alicientes y propósitos. Que te den motivación y te inspiren a seguir.
--- Cuéntalo, explícalo, habla de tu historia: Te ayudará y ayudarás.
--- Créate tu comité de expertos, consejo de sabios y/o tus apoyos incondicionales: En momentos de crisis uno hace balance y ve: quien sí, quien nunca y quien, ya no. Los de verdad, aguantan el chaparrón porque te quieren y entienden tus procesos, por pesada que seas.
--- La silla vacía: Técnica de la Gestalt para aquellas conversaciones pendientes cuando no hemos tenido oportunidad, bien sea porque el otro ha fallecido o porque no quiere saber de nosotros. Un buen ritual para despedirse. Profundiza más sobre este tema aquí:
--- Descondiciona: Vuelve a aquellos lugares con recuerdos y créate nuevos. Conserva uno o dos sitios, si quieres, pero no más. Una vez tuve una paciente que prácticamente no podía ir a ningún barrio de Barcelona por qué todo le recordaba a él. No te hagas esto.
--- Ríete y da gracias: Por lo que fue, lo que supuso y sobretodo, suelta y deja ir.
Si necesitas gestionar un duelo perverso o una situación que te tiene algo estancada y crees que necesitas ayuda, puedes escribirme.
Estaré encantada de poder ayudarte: vvivero@copc.cat.