jueves, 5 de marzo de 2015

¿Por qué nos cuesta tanto decir te quiero?


 
Decir: “te quiero” resulta inverosímil para algunos, que tienden  a asociar amor con debilidad. Lo cierto, es que no todo el mundo está capacitado para abrirse al otro.
Nos asusta la no reciprocidad, tememos al fracaso, no nos gusta sentirnos “vulnerables”, nos da miedo y evitarlo, se convierte para muchos, en la solución.
Las nuevas formas de vinculación imperantes, el “sin compromiso”, dificultan las expresiones de amor, sobretodo, entre los más jóvenes. El obstáculo, no radica tanto en verbalizar un te quiero sino en permitirse sentirlo. Algunas personas, cuando empiezan a notar los primeros síntomas de un posible enamoramiento ponen en marcha toda una serie de mecanismos defensivos: “no fuera a ser qué"...
Negación, represión y evitación serán algunas de las estrategias que utilizaremos para evitar caer en las garras del amor. Lo lamentable es que, a veces, acabamos inmersos en una especie de “guerra de egos” para ver quién de los dos miembros es el más fuerte. Pero… ¿compensa?
Este post hablará sobre nuevas formas de relación y como nuestra sociedad nos condiciona a ello, sobre sexo y consumo, sobre perfiles y pseudoperfiles, sobre miedos y mucho más… ¿Me acompañas?
Amar en tiempos modernos
Que nuestra conducta se ve determinada por el contexto tanto histórico como cultural en el que nos encontramos inmersos, nadie lo pone en duda. Estamos, en parte, condicionados por el momento que nos toca vivir.
Actualmente existen nuevas formas de vinculación, las denominadas: "relaciones sin compromiso”, que consisten, básicamente, en no llegar a intimar con el otro, al menos, en lo que a emoción se refiere. Este tipo de vinculaciones, dificultan la expresión y manifestación de afecto, de hecho en parte, es lo que tienden a evitar.
A grandes rasgos, podríamos decir que otorgan primacía a la gratificación inmediata, a lo fugaz y etéreo. Buscan el beneficio instantáneo, el aquí y ahora, y a muchos, les cuesta establecer objetivos a largo plazo y, por tanto, adquirir un compromiso. Lo cierto es que se ha demostrado que cada vez somos más corto plazistas resultándonos complicado pensar a largo término.
Por otro lado, algunas personas, tildan de “frívolas” este tipo de relaciones y no se encuentran cómodas vinculándose así. Más adelante, hablaremos de perfiles aptos a ello. Veamos ahora de qué modo la sociedad contribuye a todo esto.

Sociedad consumista
La sociedad en la que nosotros estamos (sociedad del bienestar) basa su premisa, en la falsa promesa de que conseguiremos satisfacer nuestras necesidades por medio del consumo, es decir, accediendo a determinadas “cosas”, cuanto más mejor, obtendremos lo que deseamos. Esto, genera, muchas veces, situar esta falsa necesidad o necesidad impuesta  como sinónimo de mi felicidad y de mi éxito, y aquí es donde reside el engaño. Cuando conseguimos algo de lo que deseamos ya no tenemos suficiente, queremos más, vamos a desear objetos que en realidad cumplen la misma función que el anterior pero como nos atrae  la novedad acabamos cayendo en el engaño. El mensaje implícito a todo esto es que más es igual a mejor. La voracidad por consumir se extrapola al mundo de los afectos. A mayor cantidad, mayor intensidad de placer y lejos de obtener saciedad lo que se consigue es frustración.
Veamos cómo encajamos esto con el sexo.

Sexo como parte más del consumo

                       Los seres humanos somos los únicos animales “eróticos”
Dado que no vinculamos sexo  sólo a la perpetuación de la especie *
Atrás quedo la época represiva donde el sexo tenia fines puramente reproductivos y donde exclusivamente se consumaba en lecho conyugal, algo que era muy íntimo, vinculado única y exclusivamente al mundo de la pareja, aspecto que no era tratado con naturalidad, sino con sumo pudor, únicamente, podríamos decir que esta filosofía o mentalidad sigue vigente en determinados colectivos específicos, personas con una religiosidad muy imperante por ejemplo;  a un tipo de sexualidad,  que está presente en nuestro día a  día, que tiene  presencia en los medios, un sexo que se expone, del que se habla y que nos encontramos, que en torno a él giran una gran cantidad de intereses, incluso de tipo económico que lo convierten en un mercado atractivo del que se obtienen beneficios.
Los cambios que han habido son  tanto en la concepción, es decir, en la manera que tenemos actualmente de concebir la sexualidad como en la  expresión, es decir,en la forma de manifestarla.
Esta forma de relacionarnos es un concepto que en psicología lo conocemos como “amor líquido” debido a la fragilidad del vínculo. El sexo en este tipo de relaciones estaría basado en la  genitalidad. Asociamos sexo a coito y a pesar de resultar una reducción bastante simplista, lo cierto es que forma parte del modus operandi de muchos.
* a excepción de algunas especies como el delfín

Perfiles y pseudoperfiles
A pesar de vendernos este modo de relación como lo novedoso o “cool”, lo cierto es que no todo el mundo sirve para vincularse de esta forma.
Existen perfiles como los denominados buscadores de novedad, que serian los típicos “vividores”. Se trataría de personas que tienen una dificultad enorme para intimar con los demás, siendo frecuente, por tanto, que se relacionen con muchas personas diferentes sin ningún tipo de vinculación afectiva. Estas personas sí que existen, pero en una minoría. Personalidades de tipo narcisista o explotadoras son ejemplo de ello.
Por otro lado, fruto de esta línea novedosa encontramos los denominados pseudoperfiles o perfiles falsos y aquí encontramos dos perfiles diferenciados; por un lado, las personas que han desarrollado un mecanismo defensivo, porque les han hecho daño y por tanto establecen unos límites con respecto al otro muy distantes. Esto, responde a una decisión y se sobreentiende que es algo puntual, pasado un tiempo y sanado uno, volvería a vincularse de la forma habitual.
Y por otro lado, las personas que haciéndose pasar por este tipo de perfil más “cool” encuentran en el sexo la vía para obtener otro tipo de cosas como compañía, cariño, amor, afecto. Llevándose al autoengaño y generalmente con desgaste y sufrimiento. Perfiles de tipo sufridor como las personalidades dependientes, serian ejemplo de ello.
A modo de conclusión
Lejos de pretender hacer un artículo de opinión, simplemente, pretendía exponer al lector un nuevo tipo de vinculación que se encuentra presente en nuestro sistema.
Lo cierto es que cada cual es libre de decidir de qué modo quiere relacionarse con los demás, siempre y cuando le sea válida esa forma. El problema, bajo mi punto de vista, radica cuando lejos de ser una elección se trata de un modus vivendi porque uno ni siquiera sabe como intimar, y aquí sí creo que tenemos un problema.
Lo cierto es que el amor nos engrandece, consigue sacar lo mejor de nosotros y nos hace mejorar y considero que prescindir de él es un error.