miércoles, 29 de abril de 2015

Los celos en la pareja


 
 
Tendemos a tildar de “negativas” determinadas emociones que se encuentran asociadas a sentimientos desagradables. Esto es lo que ocurre con el caso de los celos. Es importante entender, que se trata de un sentimiento natural que aflora ante la percepción de amenaza hacia el vínculo creado. Es decir, detectamos un posible intruso y nos ponemos alerta.
Los celos, en sí, son un sentimiento natural y humano que están íntimamente relacionados con el proceso de amar. El problema, no es tanto el sentirlo como la intensidad de los mismos y las consecuencias tan desagradables que puede acarrear, resultando, en muchas ocasiones, contraproducente para la estabilidad del vínculo.
En este post hablaremos de los celos dentro de la pareja, hablaremos del porqué se dan, de sus orígenes, de las diferencias en cuanto a manifestación con respecto a ambos sexos, de los celos patológicos y de cómo trabajarlos. ¿Me acompañas?

Los celos: De sus orígenes al porqué
En las relaciones de tipo romántico y sobretodo en los estadios iniciales de enamoramiento cuando nuestros sentimientos se encuentran “más a flor de piel” estamos algo más susceptibles a la amenaza de los celos. Sentir celos, como ya comentamos al inicio del post, forma parte del proceso natural de amar al otro. Sin embargo, llevado a un extremo puede ser altamente perjudicial, aspecto que trataremos más adelante.
En los estadios iniciales de nuestro desarrollo, cuando aún somos bebés, nuestra única fuente de estabilidad y seguridad provienen del vínculo materno. El tipo de apego que hacemos con nuestro cuidador principal va a ser altamente significativo en nuestra evolución posterior. Si este vínculo es seguro y estable el niño interiorizará que el mundo es un lugar apto para vivir, sin embargo, si esto no ocurre así, el mensaje que interiorizará el pequeño será que el mundo es un lugar hostil y debe aprender a defenderse. Si la base de personalidad no es segura, en estadios posteriores es más fácil que afloren dolencias como ansiedad, depresión o desesperanza. Sin embargo, culpar al pasado es una actitud un tanto externalista y lo coloca a uno a merced de los demás.
Como Psicóloga que apuesta por el proceso de cambio activo, creo que las vivencias determinan pero no deberían condicionar y que uno, debe colocarse como agente activo de su cambio con motivación y espíritu de lucha. Sentir dolor no le hace a uno menos débil, reconocerlo y decidir trabajar sobre aquello que nos perjudica nos engrandece y ayuda a perfeccionarnos.

¿Existen diferencias de género en cuanto a la manifestación de los celos?
Lo cierto es que las recientes investigaciones no parecen hallar diferencias significativas en cuanto al hecho de sentir celos, es decir, se da por igual en ambos sexos. Sin embargo, lo que si varía es el motivo subyacente, mientras en el caso de ellos suelen sufrir más, ante una posible  infidelidad de tipo sexual, nosotras tememos a la de tipo emocional. No soportamos la idea de que haya podido enamorarse de otra persona. Sea por un motivo u otro, lo cierto, es que tanto hombres como mujeres no estamos inmunes al hecho de sentirlo.
Veamos ahora que ocurre cuando estos se apoderan de nosotros.  

Cuando los celos se apoderan de ti: La espiral del celoso
Amar y tener miedo a perder el amor del otro es algo natural y hasta cierto punto positivo, pues favorece que se refuercen los lazos al promover que la persona se esfuerce más por no perder al sujeto amado. Lo importante para no enloquecer es que estos celos sean controlados. Para ello es importante valorar, en el momento que afloran, si esa posible “intrusión” es real o imaginada.
Los celos llevados a un extremo son un sentimiento tóxico que producen degaste y sufrimiento pudiendo llegar a ser paranoides y delirantes y resultando no únicamente  desagradable  para el que lo sufre sino también para el otro miembro de la pareja, dado que percibe que la confianza, pilar básico de cualquier relación,  se halla mermada.
El amor y la relación de pareja se basan, principalmente en el respeto y admiración mutuos.  Una excesiva preocupación suele implicar una necesidad de control que estaría más relacionada con la posesión que con el amor. Cuando los celos son enfermizos, la persona celosa exige y demanda cada vez más del otro. El miedo a perder su amor y su favor comienza a ser un pensamiento obsesivo y continuo, su vida gira únicamente en torno a esta temática, no siendo extraño el hecho de perder otras esferas de su vida, trabajo o amigos.  El celado siente que la relación se vuelve asfixiante y se siente agobiado y vigilado, pudiendo llegar incluso al hastió.
Hay determinadas personalidades de base más insegura que son proclives a verse contaminado por todo esto. La falta de confianza mina la autoestima, es fuente de frustración continua y, literalmente, se convierte en un "sin vivir. Es importante no dejarse envenenar por todo esto. Veamos algunos aspectos que podemos trabajar.

Aspectos a trabajar
-- Trabajar la autoestima y la seguridad en uno mismo, conforma la base para cualquier relación sana tanto con uno mismo como con los demás.
Si te sientes víctima de los celos es importante que entiendas lo siguiente:
-- Tu pareja te ama y te elige. Si no fuera así, no estaría a tu lado. Si alguna vez esto cambiase, no podrás hacer nada para retenerla. El amor no es sinónimo de posesión.
--Todos somos celosos hasta cierto punto  pero no debes permitir que se apoderen de ti.
--Jamás dejes de hacer cosas que te gustan por los celos de tu pareja.
--NO conviertas la presunción en certeza.
--Confía en tu intuición pero no te hagas esclavo de ella.
--Evita pensamientos tóxicos.
--Acepta que eres digno de ser amado.
Si sientes que los celos se apoderan de ti y no te encuentras con los recursos adecuados para salir adelante, tal vez, deberías plantearte la opción de acudir a un especialista, en ese caso y si así lo decides, estaré encantada de poder ayudarte. presbiciaemocional@gmail.com

 

 

martes, 7 de abril de 2015

Tras la ruptura



Dicen, que el tiempo todo lo cura, que un día, no se sabe cómo ni por qué, de repente deja de doler, que aquella profunda herida que tanto nos dolía apenas es ahora una leve cicatriz. Y lo cierto, es que la vida continúa y  uno, vuelve a sonreír, se vuelve a enamorar y vuelve a sentir. Sin embargo, tras una experiencia dolorosa, cambiamos, crecemos, maduramos, aprendemos y, para bien o para mal, uno ya no vuelve a ser el mismo.
Hoy, hablamos del lado amargo del amor, del precio que nadie quiere pagar cuando decide amar, de mal sabor que nos deja el desamor. Hablaremos de la ruptura, de qué ocurre a nivel emocional tras una vivencia así, del duelo y sus fases, de los aspectos a trabajar en sesión y de cómo encajar todo esto. ¿Me acompañas?

La ruptura

La ruptura sentimental está considerada unos de los factores más estresantes y de cambio, a los que ha de enfrentarse una persona a lo largo de su vida. La mayoría de estados disfuncionales, como la depresión o la ansiedad, están vinculados a una experiencia de este tipo.  El dolor que sentimos tras una vivencia así, nada tiene que ver, en contra de la creencia popular, con el número de años que hemos compartido con esa persona. El dolor es algo muy subjetivo y depende, entre otros muchos factores, de aspectos como:

-- Nivel de enamoramiento: Dependiendo del estadio de enamoramiento en el que nos encontramos cuando se produce la ruptura, será mucho más doloroso encajar una vivencia de este tipo.

--- Expectativas: El nivel de expectativas que teníamos forjado con respecto a la relación también es un indicativo del nivel de malestar tras un ruptura y del pronóstico del mismo.

-- Nivel de madurez: Con los años aprendemos a despedirnos, o eso dicen… Lo cierto es que a medida que avanzamos en edad, se deduce, que hemos tenido mayor oportunidad de vivir la pérdida y estamos algo más acostumbrados a ello, lo que puede hacer, que tras una ruptura tengamos más recursos para sobrellevarla.

-- Proyecto de vida: Tener un proyecto de vida en común con esa persona va a hacer que sea más difícil de encajar el que ya no contamos con ella. Por contra, si simplemente era una relación en un estadio inicial donde aún no se habían definido los objetivos a largo plazo será más sencillo encajarlo por muy enamorados que nos encontremos.

-- Vínculos: A mayor nivel de vinculación más largo y doloroso, en un principio, será el proceso y aquí estaría incluido si tenemos hijos con esta persona y, sobretodo, si estos son pequeños, puesto que aquí, se añade además el “hándicap” de que tenemos que seguir viendo a esta persona, queramos o no.

Como vemos, las formas de encajarlo van a variar mucho dependiendo de nuestras circunstancias personales y también de nuestra base de personalidad. Hablemos ahora de qué hacer con todo esto.

¿Cómo encajamos todo esto? El Duelo

La ruptura sentimental no deja de ser una pérdida, un cambio en nuestra vida, que, queramos o no, tenemos que intentar encajar. Entramos en un proceso que en Psicología conocemos con el nombre de duelo, duelo, implica cambio sea de tipo amoroso, laboral, por muerte etc.

El duelo es un proceso muy variable, pero en términos generales podríamos decir que dura un total de dos años como máximo. Durante este proceso, pasamos por una serie de fases, que ahora especificaremos, pero antes de nada, puntualizar dos aspectos importantes: el primero, es que no es lo mismo dejar que ser dejado, en el primer caso, la persona ha tenido tiempo para madurar su decisión y está algo más preparada, aún y así, ambos pasarán por este proceso de duelo. Y en segundo lugar, señalar que durante todo el proceso es normal sentir cierta ambivalencia afectiva, que en determinados momentos podamos sentirnos tristes y en otros alegres, o que seamos algo más volubles de lo habitual. Veamos ahora las  fases del duelo.
Fases del duelo

Tras una pérdida,  y el shock inicial entramos en fase de negación, la negación es el mecanismo defensivo por excelencia de ser humano, cuando algo nos duele mucho, siempre es más fácil negarlo que enfrentarse a ello, por eso, es habitual que aparezca en un primer estadio donde aún hemos de procesar todo esto. Tras la fase de negación, entramos en la fase de  rabia, estamos molestos, no podemos creer lo que ha ocurrido, nos sentimos irritables y son habituales los estallidos de ira y las malas contestaciones. Afortunadamente, esto no dura siempre y entramos en una tercera fase conocida como la fase de negociación, aquí, decidimos ser algo mas inteligentes y destinar toda esa energía en vez de a enfadarnos a  intentar negociar la situación, “tal vez haya algo que podamos hacer” nos decimos y buscamos alternativas, posibles soluciones con tal de no aceptar la situación. Tras ver que nuestros esfuerzos son en vano, nos frustramos, pero esta vez, no es enfado lo que aparece sino tristeza, estamos  agotados, cansados de luchar y decaer es nuestra respuesta. Finalmente, tras un periodo de tristeza decidimos seguir adelante, aceptar y asumir lo ocurrido y es cuando decidimos dejar atrás y “superamos” la pérdida.

Aspectos a trabajar en sesión

Es importante cuando entramos en un proceso así, que uno se  permita la licencia de encontrarse mal si quiere, de tener momentos de soledad y de llorar ese vacío.
Por otro lado, hemos de procurar compensar esos momentos de soledad con momentos sociales. El grado de apoyo social que tiene una persona es un indicativo del tiempo que tardará en recuperarse de un estado doloroso. Es importante contar con una red de apoyo como amigos, compañeros, familia…
Por otro lado, es un momento de cambio de poder reestructurar nuestro tiempo libre. De dedicarnos tiempo a nosotros, de cuidarnos, de apuntarnos a alguna actividad nueva de ampliar nuestro círculo.

Salir reforzado de un duelo con una lectura positiva favorece nuestro aprendizaje y crecimiento.

Cuando te quedas anclado en el dolor

Si transcurrido un tiempo sientes que no avanzas, que estás anclado en el dolor y el recuerdo, si no te encuentras con las herramientas necesarias para hacer frente a tu vida, tal vez, deberías plantearte la opción de acudir a un profesional. En ese caso, estaré encantada si lo crees oportuno de poder ayudarte: presbiciaemocional@gmail.com

miércoles, 1 de abril de 2015

¿Por qué somos infieles?


 


La infidelidad

Los datos nos muestran que uno de cada tres españoles ha sido o será infiel al menos una vez en la vida, a pesar de las consecuencias desagradables que produce una infidelidad y pese a ser conocedores de ella, es un aspecto que se encuentra bastante presente en nuestras vidas.

La infidelidad, supone la ruptura de uno de los acuerdos básicos en una relación monogámica. Vivirlo, por tanto, es una experiencia altamente desagradable, en especial, para el que la sufre. La confianza sobre la que debe cimentarse una relación de pareja sólida se ve debilitada y aspectos, como la autoestima, la integridad y el estado de ánimo, resultan alterados tras una experiencia de este tipo.

Como terapeuta de pareja, parte de las demandas que recibo responden a esta problemática y, aunque si bien es cierto, que el pronóstico suele ser algo desfavorable, dada la complejidad del caso, con empeño y dedicación puede incluso salir reforzado el vínculo.

En este post hablaremos sobre infidelidades, ¿Existen diferentes tipos de infidelidad?, ¿Qué factores llevan a que una pareja cometa una infidelidad?, ¿Hay un perfil determinado de persona infiel?, ¿Qué aspectos se trabajan en terapia de pareja?
¿Me acompañas?


Factores que llevan a cometer una infidelidad

Muchas veces tendemos a pensar que si un miembro de la pareja es infiel, es porque ha dejado de querer al otro. Sin embargo, son muchos los factores por los cuales una persona puede llevar a cabo una infidelidad. Veamos algunos de los más comunes.

1. Insatisfacción: podríamos decir que todas las infidelidades, sean del tipo que sean, responden a un sentimiento de insatisfacción, ya sea vital, sexual, circunstancial, puntual o de toda a vida.

Tendemos a pensar que es un problema de dos y, a veces, es tan sólo un aspecto a trabajar con uno mismo. Dentro de este grupo encontraríamos por un lado, aquellas personas  que sienten vacío interior: se trataría de esas personas que anímicamente no se encuentran bien y “utilizan” la relación con un tercero como mecanismo para no enfrentarse de forma directa a su malestar. A diferencia del segundo caso, responderían a un aspecto emocional y suele ser puntual. En segundo lugar, tendríamos ese grupo de personas que tienen la necesidad de un aliciente: se trataría de aquellas personas que responden más fácilmente a un perfil adictivo. Son sujetos con necesidad de cambio constante, extrovertidos, arriesgados e impulsivos, que no saben demorar la recompensa y les motiva el “subidón” de adrenalina que supone una infidelidad. Mientras en el primer caso seria en base a un aspecto emocional puntual aquí tendríamos un aspecto de personalidad de base y ambos responderían a un sentimiento generalizado de insatisfacción.
 
2. Relación sexual deficitaria: Cuando no estamos satisfechos con el sexo que tenemos con nuestra pareja. Tal vez porque no lo hacemos con la frecuencia que deseamos, o el tipo de prácticas que queremos es posible que se lleve a cabo una infidelidad. La esfera sexual es un aspecto muy importante dentro de una relación de pareja pero no lo es todo.

3. Mala comunicación en la pareja: La comunicación en la pareja es vital. Debemos poder confiar en el otro, comunicarle lo que nos gusta, lo que no, en que aspectos nos encontramos satisfechos y en cuales no. Poder tener la libertad de hablar las cosas con tu pareja sin tapujos de ningún tipo es un aspecto muy importante para sentirse realizado.

4. Etapa de cambio: En la vida pasamos constantemente por etapas. Hay personas que tienen mayor facilidad para el cambio y a otras les cuesta más encajarlo. Generalmente aquellos que viven con mayor estrés los momentos de cambio, aunque este no tiene porque ser un cambio negativo, les puede llevar a cometer una infidelidad.

5. Herida narcisista: Las ideaciones de venganza propias de una herida narcisista, el otro me ha hecho daño. Hacen que determinados sujetos busquen solventar este dolor por medio de la traición al otro con motivo de curar el daño e alimentar su ego.


Tipos de infidelidad (sexual vs emocional)

Podríamos clasificar las infidelidades en dos tipos. La primera seria la de tipo sexual y aquí tenemos dos grupos. En primer lugar, encontramos el típico “desliz” que respondería a un episodio aislado y puntual, basado en un mero encuentro sexual y en segundo lugar, las relaciones mantenidas en el tiempo, el típico “amante” donde la vinculación es únicamente sexual.
Un segundo tipo serían las infidelidades de tipo emocional. Es decir cuando además existe un vinculo de tipo afectivo- amoroso. En estos casos encontramos una diferencia importante con respecto a ambos sexos. Aunque si bien es cierto que tanto hombre como mujeres comenten infidelidades por igual, en contra de la creencia popular. Las de tipo emocional suelen ser más características en la mujer.

Perfil del infiel

No existe un perfil definido de persona infiel. Todos en cualquier momento nos podemos encontrar cometiendo una infidelidad. Aunque si es cierto que determinados rasgos de personalidad como pueden ser los típicos buscadores de novedad podrían tener mayor facilidad para ello debido, en parte, a su incapacidad de control de los impulsos.

Aspectos a trabajar en sesión

Trabajar en terapia de pareja aspectos como la infidelidad no es tarea fácil, debido en parte al nivel de afectación y dolor que produce en ambos miembros.
A rasgos generales el trabajo a realizar giraría en torno a que ambos puedan exponer y entender que les ha llevado a esa situación, en especial que el principal afectado comprenda esto.
Además debido al deterioro que ocasiona una vivencia así se hace necesario hacer un trabajo importante en la autoestima.
A nivel de pareja además se les da pautas para la mejora de comunicación entre ellos con el objetivo también de incrementar y /o recuperar la confianza en el otro.
Con todo, no es un trabajo ni mucho menos fácil, pero no es imposible.