Decir: “te quiero” resulta
inverosímil para algunos, que tienden a asociar
amor con debilidad. Lo cierto, es que no todo el mundo está capacitado para
abrirse al otro.
Nos asusta la no reciprocidad, tememos al fracaso, no nos
gusta sentirnos “vulnerables”, nos da miedo y evitarlo, se convierte para
muchos, en la solución.
Las nuevas formas de vinculación
imperantes, el “sin compromiso”, dificultan las expresiones de amor, sobretodo,
entre los más jóvenes. El obstáculo, no radica tanto en verbalizar un te quiero
sino en permitirse sentirlo. Algunas personas, cuando empiezan a notar los
primeros síntomas de un posible enamoramiento ponen en marcha toda una serie de
mecanismos defensivos: “no fuera a ser qué"...
Negación, represión y evitación
serán algunas de las estrategias que utilizaremos para evitar caer en las
garras del amor. Lo lamentable es que, a veces, acabamos inmersos en una especie
de “guerra
de egos” para ver quién de los dos miembros es el más fuerte. Pero…
¿compensa?
Este post hablará sobre nuevas
formas de relación y como nuestra sociedad nos condiciona a ello, sobre sexo y
consumo, sobre perfiles y pseudoperfiles, sobre miedos y mucho más… ¿Me
acompañas?
Amar en tiempos modernos
Que nuestra conducta se ve determinada
por el contexto tanto histórico como cultural en el que nos encontramos inmersos,
nadie lo pone en duda. Estamos, en parte, condicionados por el momento que nos
toca vivir.
Actualmente existen nuevas formas
de vinculación, las denominadas: "relaciones sin compromiso”, que consisten, básicamente,
en no llegar a intimar con el otro, al menos, en lo que a emoción se refiere.
Este tipo de vinculaciones, dificultan la expresión y manifestación de afecto,
de hecho en parte, es lo que tienden a evitar.
A grandes rasgos, podríamos decir
que otorgan primacía a la gratificación inmediata, a lo fugaz y etéreo. Buscan
el beneficio instantáneo, el aquí y ahora,
y a muchos, les cuesta establecer objetivos a largo plazo y, por tanto, adquirir
un compromiso. Lo cierto es que se ha demostrado que cada vez somos más corto
plazistas resultándonos complicado pensar a largo término.
Por otro lado, algunas personas,
tildan de “frívolas” este tipo de
relaciones y no se encuentran cómodas
vinculándose así. Más adelante, hablaremos de perfiles aptos a ello. Veamos ahora
de qué modo la sociedad contribuye a todo esto.
Sociedad consumista
La sociedad en la que nosotros
estamos (sociedad del bienestar) basa su premisa, en la falsa promesa de que
conseguiremos satisfacer nuestras necesidades por medio del consumo, es decir,
accediendo a determinadas “cosas”, cuanto más mejor, obtendremos lo que
deseamos. Esto, genera, muchas veces, situar esta falsa necesidad o necesidad
impuesta como sinónimo de mi felicidad y
de mi éxito, y aquí es donde reside el engaño. Cuando conseguimos algo de lo
que deseamos ya no tenemos suficiente, queremos más, vamos a desear objetos que
en realidad cumplen la misma función que el anterior pero como nos atrae la novedad acabamos cayendo en el engaño. El
mensaje implícito a todo esto es que más es igual a mejor. La voracidad por
consumir se extrapola al mundo de los afectos. A mayor cantidad, mayor intensidad
de placer y lejos de obtener saciedad lo que se consigue es frustración.
Veamos cómo encajamos esto con el
sexo.
Sexo como parte más del consumo
Los seres humanos somos los únicos animales “eróticos”
Dado que no vinculamos sexo sólo a la perpetuación de la especie *
Atrás quedo la época represiva
donde el sexo tenia fines puramente reproductivos y donde exclusivamente se
consumaba en lecho conyugal, algo que era muy íntimo, vinculado única y
exclusivamente al mundo de la pareja, aspecto que no era tratado con
naturalidad, sino con sumo pudor, únicamente, podríamos decir que esta filosofía
o mentalidad sigue vigente en determinados colectivos específicos, personas con
una religiosidad muy imperante por ejemplo; a un tipo de sexualidad, que está presente en nuestro día a día, que tiene presencia en los medios, un sexo que se
expone, del que se habla y que nos encontramos, que en torno a él giran una
gran cantidad de intereses, incluso de tipo económico que lo convierten en un mercado
atractivo del que se obtienen beneficios.
Los cambios que han habido son tanto en la concepción, es decir, en la manera que tenemos actualmente de
concebir la sexualidad como en la expresión, es decir,en la forma de manifestarla.
Esta forma de relacionarnos es un
concepto que en psicología lo conocemos como “amor líquido” debido a la fragilidad del vínculo. El sexo en este
tipo de relaciones estaría basado en la genitalidad. Asociamos sexo a coito y a pesar
de resultar una reducción bastante simplista, lo cierto es que forma parte del
modus operandi de muchos.
* a excepción de algunas especies como el delfín
Perfiles y pseudoperfiles
A pesar de vendernos este modo de
relación como lo novedoso o “cool”, lo cierto es que no todo el mundo sirve
para vincularse de esta forma.
Existen perfiles como los
denominados buscadores de
novedad, que
serian los típicos “vividores”. Se trataría de personas que tienen una
dificultad enorme para intimar con los demás, siendo frecuente, por tanto, que
se relacionen con muchas personas diferentes sin ningún tipo de vinculación
afectiva. Estas personas sí que existen, pero en una minoría. Personalidades de
tipo narcisista o explotadoras son ejemplo de ello.
Por otro lado, fruto de esta línea novedosa encontramos los
denominados pseudoperfiles o perfiles falsos y aquí encontramos dos perfiles diferenciados;
por un lado, las personas que han desarrollado un mecanismo defensivo, porque les han hecho daño y por tanto establecen
unos límites con respecto al otro muy distantes. Esto, responde a una decisión y
se sobreentiende que es algo puntual, pasado un tiempo y sanado uno, volvería a
vincularse de la forma habitual.
Y por otro lado, las personas que haciéndose pasar por
este tipo de perfil más “cool” encuentran en el sexo la vía para obtener otro
tipo de cosas como compañía, cariño, amor, afecto. Llevándose al autoengaño y
generalmente con desgaste y sufrimiento. Perfiles de tipo sufridor como las
personalidades dependientes, serian ejemplo de ello.
A modo de
conclusión
Lejos de pretender hacer un artículo de opinión,
simplemente, pretendía exponer al lector un nuevo tipo de vinculación que se
encuentra presente en nuestro sistema.
Lo cierto es que cada cual es libre de decidir de qué modo
quiere relacionarse con los demás, siempre y cuando le sea válida esa forma. El
problema, bajo mi punto de vista, radica cuando lejos de ser una elección se trata
de un modus vivendi porque uno ni siquiera sabe como intimar, y aquí sí creo
que tenemos un problema.
Lo cierto es que el amor nos
engrandece, consigue sacar lo mejor de nosotros y nos hace mejorar y considero
que prescindir de él es un error.
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