martes, 12 de mayo de 2015

¿Nos van los malotes?

 
 
 
-“No lo entiendo, soy detallista, atento y cariñoso; estoy pendiente y me preocupo de ella… ¿Qué hago mal? Me canso de quedarme siempre en la franja de amigo -se lamentaba un paciente, el otro día.
 
Esta declaración, junto a una conversación con una buena amiga hizo que me planteará la opción acerca de tratar este tema y plantear algunas cuestiones: ¿Es cierto eso que dicen, de que nos va que nos lo pongan difícil?, ¿Por qué algunas mujeres  parecemos caer rendidas ante estos perfiles de hombre-imposible?, ¿Que tiene el “malote” para que resulte irresistible a determinadas féminas? Y lo más importante, ¿Por qué algunas mujeres parecen no aprender y quedarse ancladas en este tipo de relaciones nada productivas?
 
En este post, hablaremos sobre el perfil de estos sujetos, sobre su forma de proceder y sobretodo, sobre ciertas cuestiones que uno debería tener en cuenta si pretende relacionarse con ellos.  El objetivo, más allá de presentar la psicología de estos sujetos y concienciar a los lectores de las repercusiones que puede tener establecer relaciones afectivas con estas personas es, sobretodo, desmitificar algunos mitos con respecto a esta temática.  ¿Me acompañas?

El perfil del cabroncete triunfador: el macho alfa elevado a la enésima potencia
 
Biológicamente estamos predispuestas a buscar los mejores genes, aquellos que nos reporten un mayor beneficio en pos de la continuidad de nuestra especie. Es lo que conocemos en el reino animal bajo la nomenclatura de “Macho alfa”,  término, que sirve para  designar al animal de la manada que ocupa la posición de líder y que es respetado y obedecido por el resto de grupo. Representa aquel que posee los mejores genes, aspecto que como ya hemos comentado anteriormente es altamente valorado por el grupo, hecho que les concede ocupar el primer puesto en la manada y la oportunidad de recibir rituales reverenciales entorno a sus cualidades. Los machos alfa poseen mayores concentraciones de testosterona en sangre con respecto a su grupo de iguales.
 
Extrapolado a los humanos adquiere un matiz algo más complejo, nosotros tendemos a vincular este concepto con aquellos rasgos de extrema masculinidad, es decir, hombres fuertes, con cuerpo musculoso, actitud de liderazgo y poder; sujetos indomables con aires de altivez.
Suelen ser personas con carisma, altas habilidades sociales, seguridad en si mismos, resolutivos y rápidos en ejecución, unido a un  halo de misterio y rebeldía que despierta la fascinación y atracción de muchas personas, sobretodo, aquellos perfiles que carecen justamente de todos estos atributos.
 
Nuestra sociedad patriarcal, junto al falocentrismo imperante, ha contribuido a que durante generaciones el mensaje que hombres recibían es que para triunfar debían mostrar su hombría y parte de ella, radicaba en el hecho de “no llorar” dado que era considerado una actitud de "niñas" y por tanto, les hacia parecer débiles. Estos mensajes han contribuido a que muchos hombres, a día de hoy, tengan extremas dificultades en gestionar sus emociones, manifestar el afecto y expresar sentimientos.
 
Generalmente y llevado al extremo patológico suelen obedecer a aquellos perfiles de tipo narcisista, comentados en post anteriores,  o  de tipo antisocial, aquellas personas amorales relacionadas con la ilegalidad.
 
Pero ¿Todas buscamos al macho alfa?
 
El prototipo que durante generaciones se asoció a feminidad, personas dulces, empáticas, cariñosas, protectoras, entregadas, altruistas, bondadosas y sobretodo,  maternales, aun existe, aunque no se potencian tanto estos rasgos, para fortuna de muchos.
 
Suelen ser mujeres con un perfil inseguro, carencia de autoestima y limites. Bajo esa inseguridad se esconde la necesidad de protección y quien mejor que un alfa para proporcionársela. Evitativas y dependientes, muchas  veces actuando bajo la falacia de "lo cambiaré con altas dosis de amor", sienten una gran fascinación hacía sujetos de carácter impulsivo e arriesgado.
 
Sin embargo, y afortunadamente no es cierto que todas las mujeres busquemos esto, la edad y la experiencia le ayudan a uno en su proceso de aprendizaje. Con los años, muchas, aprendemos a silenciar nuestro instinto en pos de nuestro bienestar, mientras que otras, por fortuna jamás se sintieron atraídas hacia este tipo de sujetos.
Es cuestión de piel y como todo, tiene una explicación biológica, determinadas mujeres somos más sensibles a determinadas hormonas que  hacen que  te resulte atractivo estos sujetos, perdiendo en ocasiones el norte y despertando tu fiera interior.  
En base al  ensayo error, muchas, acabamos aplicando el raciocionio y aprendemos a vincularnos con un mayor criterio de elección, otorgando primacía al respeto, la admiración y la igualdad en las relaciones afectivas. Las que no son capaces de hacer este ejercicio de madurez acaban pagando las extremas consecuencias de vincularse de este modo.
 
Peligrosidad de estos perfiles
 
 Esta necesidad de domino asociada al "machote" pueden desembocar en relaciones vejatorias, y ninguneantes que le dejan a uno la autoestima minada.
 
La necesidad de querer tener siempre la última palabra, la incapacidad para admitir la  crítica ni los errores, hacen que establezcan relaciones de subordinación resultando prácticamente insoportable al que lo sufre.
La extrema necesidad de recibir pleitesía alimentando su ego en base del menosprecio del otro, camuflando su propia inseguridad  de grandilocuencia, unido a un sexo deshumanizado donde es frecuente las conductas de tipo vejatorio, dado que el otro simplemente actúa como objeto para satisfacer sus necesidades egoístas, hacen que lo que un día nos atrajo, pueda  con el tiempo,  resultar una auténtica tortura.
Son personas vacías interiormente, con altas carencias afectivas y enormes dificultades para implicarse emocionalmente con los demás buscando compensar esa carencias presentándose al mundo como seres superiores. Incapaces de demostrar lealtad, es habitual las conductas de tipo promiscuo.  Se deduce, por tanto, que establecen relaciones que llevan asociado desgaste y sufrimiento.

Conclusiones
 
Afortunadamente, el tiempo de las cavernas quedó obsoleto, en la actualidad abogamos por relaciones igualitarias donde prime el respeto y la admiración mutua, donde no haya que rendir cuentas en pos de pertenecer a nadie, donde se respeten los límites y los espacios de individualidad. Las mujeres actuales buscamos un compañero que nos proporcione estabilidad y no que nos arruine la existencia.
Afortunadamente cada vez existe mayor sensibilización y conciencia social con respecto a estas temáticas aunque todavía se ha de hacer un gran trabajo.

"Si buscas que te devoren que sea algo consensuado y siempre desde el juego"